El pasado 31 de Octubre, noche de Halloween mediante, la cadena estadounidense AMC emitió el primer capítulo de una de las series más esperadas de la temporada: The walking dead. Los muertos vivientes. En España la estrenó la cadena FOX el día 05 de noviembre, menos de una semana después.

La serie es una adaptación de la saga de cómics del mismo nombre creada por Robert Kirkman en 2003, y que a día de hoy sigue publicándose de forma mensual en USA y aproximadamente cada seis meses en España, en formato recopilatorio.
Situada en unos Estados Unidos post-apocalípticos (suponemos que el resto del mundo se habrá unido a la juerga, aunque por supuesto, ni se sabe ni interesa en la historia), la serie nos narra la historia de Rick Grimes, un policía herido de gravedad en un tiroteo que despierta en un hospital completamente desierto unas semanas después. Al explorar el hospital descubre, no sin cierta preocupación, que el edificio está invadido por zombies, y su mosqueo aumenta al descubrir que la plaga no parece estar limitado a éste. A partir de ese instante, encontrar a su mujer Lori y a su hijo Carl se convierte en su único objetivo. Y hasta aquí puedo leer.
¿Por qué los zombis?
O lo que es lo mismo: ¿Cuál es el motivo de que vuestra librería favorita haya dejado de estar llena de libros de vampiros para pasar a estarlo de libros acerca de estos simpáticos seres? Seguro que os habéis fijado en títulos como Zombi: Guía de supervivencia, Apocalípsis Z o el revisitado Orgullo y prejuicio y zombies; o que habéis ojeado cómics como el propio The walking dead o Marvel Zombies. Y ahora, diréis, también tenemos series en la tele. "¡Pero si los vampiros molan mucho más!" escucho decir a la chica de la cuarta fila. "!Y son románticos, y guapos, y viven de noche!". De acuerdo, son todas esas cosas, pero dan menos miedo. Y no estoy loco. Os lo puedo explicar.
Si uno tiene la suerte de detectar a tiempo a un vampiro, puede decidir actuar de dos maneras muy diferentes, y no, ninguna de ellas es acostarse con él, seamos realistas por una vez. La más usual en la literatura y el cine es tomar la determinación de acabar con él. Armarse de crucifijos, ajo, una buena estaca de madera y mucho valor y ale, a ajustarle las cuentas al chupasangre. Puede que salga bien o no, pero en cualquier caso, se trata de la opción más valiente y loable, sin duda.
La segunda opción, la más lógica y normal, es huir. Aprovechar cualquier oportunidad para salir pitando hacia otras tierras en coche, tren o en avión y, si hay suerte, que sea otro el que se las vea con él estaca en ristre. No digo que sean fáciles de eludir, pero esa es la cuetión: se puede intentar.
Sin embargo, queridos amigos, cuando nos enfrentamos a una invasión zombie, la única noticia que puedo daros es bastante mala: se ha ido todo al garete. El mundo que conocíais ya no existe. No hay orden no gobierno, ni televisión, medios de transporte o Starbucks. No podéis pedir comida para llevar ni comprar un billete de avión a ningún sitio. Tampoco, por supuesto, esperar que las fuerzas de seguridad os saquen las castañas del fuego dejándoos calentitos en algún lugar seguro. Ése, y no otro, es el quid de la cuestión. Cuando uno se enfrenta al holocausto Zombie sabe que no puede escapar, por que, sencillamente, no hay ningún lugar al que hacerlo. La premisa es, simple y llanamente, sobrevivir.
Es por eso que, en épocas de crisis como las que nos ha tocado vivir, el terror que más profundamente nos hiela el centro de nuestros pobres y agotados corazones es el miedo a estar viviendo el fin del mundo que conocemos, el desmoronamiento de la sociedad en la que vivimos. Ése, y no otro, es el por qué de los zombies.
Ahora que estás sobre aviso, estoy seguro de que no tendrías problema en sobrevivir si mañana mismo te encontraras en mitad de una invasión Z, pero no me quedaré tranquilo si no te doy un par de consejos finales:
- Asegúrate de que la magnitud de los hechos merece una actuación de emergencia. Dicho de otra manera: el metro a las 7 de la mañana no cuenta como invasión zombie.
- Mira a tu alrededor: Casi cualquier cosa que tengas a mano es susceptible de ser usada como arma.
- No esperes a nadie, no mires atrás, no dejes que nadie te entorpezca ni te ralentice. Enhorabuena, acaba de instaurarse oficialmente la ley de la selva.
Y si, por el motivo que sea, no se produce el fin del mundo a mano de putrefactos cadáveres andantes, sería una buena idea echarle un vistazo a esta pedazo de serie.
Para ir cogiendo ideas.
Muy bello e interesantísimo Aarón!!!
ResponderEliminarEspero que lo sigas con asiduidad y con ese estilo tan tuyo y que tanto nos gusta.